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El escondite de los cazadores furtivos
Publicado por:
Guía Maasai
El escondite de los cazadores furtivos

El Parque Nacional de Tarangire, en Tanzania, es conocido por sus grandes poblaciones de elefantes. Una de las razones por las que les gusta tanto este lugar son los numerosos baobabs repartidos por el parque. La corteza y el interior del tronco actúan como esponjas y absorben el agua.

Durante la estación seca, los gentiles gigantes mordisquean la corteza y el tronco para saciar su sed. Con el paso de los años, su apetito desborda el árbol.

Sin embargo, hasta hace pocos años, no sólo los animales, sino también los humanos utilizaban el emblemático árbol para sus fines. Sus motivos eran totalmente distintos.

El interior hueco de este baobab del Parque Nacional de Tarangire sirvió de escondite a los cazadores furtivos hasta mediados de la década de 1990. Los furtivos utilizaban un agujero en la parte inferior del tronco para arrastrarse por el suelo hasta el interior del árbol, antes de cerrar la entrada con corteza y otras maderas para mantener a raya a los animales. El baobab se tragaba literalmente a los furtivos, que no aparecían por ninguna parte y eran invisibles para los guardas que patrullaban.

El tronco, alto y hueco, se convirtió en cámara de secado: los cazadores furtivos colgaban la carne de ñu, cebra y búfalo en ganchos fijados al interior del tronco, secando la carne de varios animales abatidos a la vez.

En el exterior del tronco, los cazadores furtivos instalaban palos cortos a modo de peldaños. Con esta escalera subían a la copa del baobab. Una empresa bastante peligrosa. Desde lo alto, podían observar el parque nacional y buscar a su próxima presa, pero también divisar a los guardas que patrullaban. Antes de que los guardas se acercaran, los furtivos habían huido.

Sin embargo, un día de 1995, la banda fue observada cuando arrastraba a un ñu muerto hacia el interior del árbol. Los guardabosques actuaron y los atraparon. Hoy en día, se puede visitar el "Escondite de los cazadores furtivos" cuando se realiza un safari en el Parque Nacional de Tarangire.

El "Escondite de los cazadores furtivos" demuestra que la caza furtiva no sólo afecta a rinocerontes y elefantes, cazados por sus cuernos y colmillos comercializados ilegalmente a escala internacional. También se cazan furtivamente animales menos destacados, como ñus y cebras, que encuentran compradores en el mercado local. Sin embargo, los motivos de la caza furtiva de carne de animales salvajes son totalmente distintos.

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